Crowdfunding: una herramienta frente a la desigualdad educativa
Por Marco Mora | Consultor digital
A raíz de la pandemia originada por la propagación del COVID-19, la rutina diaria en la mayoría de las personas se modificó de una u otra manera. Además del ámbito laboral, uno de los sectores que más se vio afectado fue el educativo. Para prevenir el contagio de las personas las actividades escolares tuvieron que reducirse lo máximo posible, y por ejemplo en nuestro país, se optó en un inicio por adelantar el periodo vacacional.
Sin embargo la situación de alto riesgo sanitario se extendió más de lo que las autoridades previeron y las actividades escolares se reanudaron cambiando instantáneamente la manera como se imparte la educación. El hogar se convirtió en la escuela y para la mayoría de las personas, no solo los estudiantes, esto significó un problema verdaderamente alarmante.
Más allá de que las clases pudieran adecuarse a una modalidad a distancia, el verdadero reto consistió en que todos los estudiantes –y maestros– tuvieran las herramientas necesarias para poder seguir estudiando desde sus casas. Y al tratar de averiguar esto, salieron a flote problemas que son mucho más profundos y que además no se pueden reducir a la posibilidad de que un niño sea capaz de sentarse 5 o más horas frente a una computadora.
El intento por convertir el hogar en la escuela reveló, al menos en México, severos problemas de desigualdad y falta de recursos en la mayoría de los hogares mexicanos. Según los datos más actualizados por el INEGI, sólo el 45 por ciento de los mexicanos cuenta con una computadora y un 53% tiene acceso a internet desde casa. No obstante, tal acceso no se distribuye de manera equitativa, ya que en las áreas urbanas se concentra el 73% de la población que cuenta con internet, mientras que las áreas rurales solo un 40% hace uso de tal servicio y únicamente un 4% cuenta con internet en casa.
Esta información fue retomada en el libro Educación y Pandemia. Una visión académica, publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México. En tal publicación, el análisis sobre desigualdad académica es mucho más profundo y ahonda en dificultades no solo de brecha digital, sino también en problemas geográficos, de clases sociales, de tipos de instituciones educativas y hasta de etnias.
En situaciones normales, tal análisis permitiría únicamente confirmar los altos niveles de desigualdad que aquejan a nuestro país, sin embargo en medio de una pandemia mundial las cifras permiten dimensionar que el problema puede tener consecuencias mucho más graves, tales como la deserción escolar y el propio crecimiento de la inequidad.
Es un hecho que no todos los niños y jóvenes tendrán las mismas facilidades para convertir su hogar en un salón de clases. Pero más allá de que cuenten con internet y una computadora, ¿tendrán los padres la posibilidad de acompañar a sus hijos en este proceso pedagógico? ¿Contarán con las herramientas o el tiempo necesario para sustituir a maestras y maestros? ¿Podrá ser capaz una escuela rural de adecuarse a los desafíos de la pandemia como lo hace una institución privada localizada en la Ciudad de México?
Ante tal situación, organizaciones y personas han estado en una búsqueda constante de soluciones y alternativas a la desigualdad educativa, desde capacitación gratuita para padres y maestros como programas de apoyo para los sectores que más lo necesitan. En ese sentido, el crowdfunding y las iniciativas de personas de a pie no se han quedado atrás.
En lo que va de enero, distintas organizaciones han creado proyectos que buscan generar soluciones al reto educativo que nuestro país tiene enfrente. CVIUM, por ejemplo, es una startup que busca generar una convocatoria en la que cualquier persona u organización pueda participar con una propuesta creativa que dé solución a problemas como la brecha digital. Gracias al dinero que reúnan podrán llevar a cabo los proyectos ganadores.
Otro ejemplo interesante es la iniciativa de Construyendo y Creciendo, organización que se dedica a capacitar a trabajadores de la construcción para que puedan continuar con sus estudios. Debido a la pandemia muchos de los estudiantes han tenido que abandonar las clases, y lo que se busca con la recaudación de fondos es desarrollar una plataforma digital para que las clases se puedan realizar a distancia y ningún estudiante tenga que abandonar sus clases.
La ventaja del fondeo colectivo es que está al alcance de todos. Y sobre todo permite que lo que puede ser una idea de una sola persona, sea respaldada por diez, cien o más individuos. El desafío para la sociedad mexicana ante la pandemia se vuelve cada vez más grande, pero la búsqueda incesante de soluciones probablemente abrirá muchas más puertas de las que podemos imaginar. ¿Es posible que el crowdfunding se convierta en una herramienta que haga la diferencia? Por el bien de todos, esperemos que así sea.